Esta es la segunda y última parte de Finanzas Personales, son directrices muy importantes para tener en cuenta, léelas y meditalas con una mente abierta y sin perjuicios, deseo que sean prosperados en todas las cosas y en especial en sus finanzas, pero recuerda que aunque son muy necesarias no son lo más importante, lo más importante es ser buen administrador.
Te recuerdo que este es parte de un material de estudio del Seminario Reina Valera, de Texas, si deseas conocer mñas acerca de este entra a esta página y anímate a estudiar, es gratuito,
www.seminarioabierto.com
¿Cómo puedes encontrar maneras de gastar menos? Tú puedes tener más de una docena de ideas. Por ejemplo:
• Escogiendo entretenimiento o recreación que cuesta poco o nada – caminatas, viajes en bicicleta, conciertos gratis, etc.
• Moviéndose a una casa más pequeña, auto, y cosas similares.
• Comprando al mayoreo los gastos del hogar
• Pagando las deudas
• Evitando comprar al crédito
El objetivo es una cuenta positiva de dinero – ganar más que lo que gastas. Si te encuentras en una situación de una cuenta negativa de dinero, toma tiempo para examinar tu compromiso de trabajar, y de un estilo de vida de simplicidad cristiana.
“Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para alguien en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia” (Colosenses 3:23-24).
Usa la Deuda Cautelosamente
Hay muchos peligros en el uso de la deuda personal, y pocos usos positivos.
“La deuda es la esclavitud de los libres.”
“La deuda y la miseria viven en la misma calle.”
“Es mejor acostarse sin cenar que amanecer endeudado.”
“Si alguno de tus compatriotas se empobrece y no tiene como sostenerse, ayúdale . . . así podrá seguir viviendo . . . No le exigirás interés cuando le prestes dinero” (Levítico 25:35-36)
“Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores” (Proverbios 22:7).
¿Qué es deuda?
Deuda es todo lo que se le debe a otro. Hay tres tipos de deuda que deben preocuparte:
1. Tarjeta de Crédito
Para muchos de nosotros, esta es la forma de crédito más fácil de obtener y a menudo la más cara. Es la raíz de muchas, muchas bancarrotas personales.
Es una realidad, si incurres en una deuda de $3,000 en una tarjeta de crédito y haces el pago mensual mínimo de 2 por ciento por 19 años y 3 meses, todavía deberías $2,0001.69. Es perfectamente legal, pero es un error costoso que comenten miles de personas cada día.
Si usas la tarjeta de crédito, limítate a una tarjeta, y paga el balance mensualmente. Considera usar una tarjeta de debito en vez de tarjeta de crédito. Funciona como cheque para tener acceso al dinero que tienes en tu cuenta.
2. Deuda del Consumidor
El préstamo de un auto es un ejemplo de deuda del consumidor de un artículo que se deprecia. Una práctica sabia es no prestar dinero nunca por artículos cuyo valor se deprecia.
¿Has invertido tiempo suficiente investigando maneras de evitar duda de consumidor? Por ejemplo, posponer una compra hasta que hayas ahorrado suficiente para comprar lo que deseas. Piénsalo dos veces antes de financiar la compra de cualquier cosa que va a perder su valor.
3. Deuda de hipoteca
Esta es la deuda en tu casa o tu préstamo sobre el valor de tu casa.
Un error que la gente a menudo comete es comprar una casa que realmente no puede pagar.
Generalmente tiene más sentido comprar una casa más barata e invertir la diferencia. Pon mucha atención a la compra de tu casa. Es mejor comprar una casa que puedes pagar que gastar demás porque consideras tu casa una inversión. Esta es la compra mayor que la mayoría de personas hace en la vida. Es importante medir las posibilidades antes de tiempo.
Conviértete en una persona Libre de Deudas
Para los que están endeudados sigan estos siete pasos para salir de ellas:
• Haz una lista de todo lo que debes.
• Ponte una meta realista de pagos.
• Vende todas las cosas innecesarias.
• Decide vivir dentro de tus posibilidades—gastar menos que lo que ganas.
• Desarrolla un plan detallado para cancelar tus deudas.
• No añadas nuevas deudas.
• Aférrate a tu plan.
Recuerda este texto: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Da Generosamente
La generosidad al dar debe ser parte del estilo de vida de cada cristiano. Rompe el control que el dinero tiene sobre nosotros.
“Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesorarán para sí un seguro caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera” (1 Timoteo 2:18-19).
Hay tres niveles de contribuir.
El primer nivel de contribución es el diezmo.
Dios ha escogido financiar su ministerio a través del diezmo – el diez por ciento de lo que recibimos de El. No diezmar es considerado un robo a Dios (Malaquías 3:8).
Diezmar no es una manera de asegurarnos la bendición de Dios. Más bien, es una manera de reconocer a Dios como el dador de cada bendición. Debes de dar tu diezmo en la iglesia local en la que eres alimentado espiritualmente.
La Tradición de Diezmar
Diezmar es idea de Dios. Al comienzo del pueblo Hebreo Abraham fue el primer diezmador. El dio los diezmos al sacerdote de Dios, Melquisedec (Génesis 14:20). Su nieto, Jacob, siguió la tradición, ofreciendo dar el diezmo voluntariamente de todo lo que Dios le diera.
Más tarde, Moisés enseñó al pueblo de Dios a diezmar de sus ganancias. El pueblo debería dar cada año una décima parte de sus ganancias tanto del campo como del ganado (Deuteronomio 14:22). Moisés enseñó al pueblo diciéndole, “El diezmo pertenece al Señor” (Levítico 27:30). Inicialmente todos los diezmos eran llevados a un lugar céntrico de adoración—Betel o Jerusalén—y se celebraba una gran fiesta de adoración y alabanza a Dios. El resto de los “diezmos” eran distribuidos a los necesitados y los sacerdotes. Conforme pasó el tiempo se notó que el festival del diezmo en un lugar central descuidaba los pobres en los pueblos rurales y en sus propias ciudades. Por lo tanto, cada tercer año el festival del diezmo era celebrado localmente y los necesitados de cada lugar eran servidos mejor.
Los Levitas colectaban los diezmos, (ojo, colectaban no cobraban) y estaban encargados de distribuirlos para ceremonias de adoración, para los necesitados y por último, para ellos mismos. Ellos deberían de diezmar el diezmo del diezmo que recibían. Además, deberían de dar lo mejor del diezmo del grano y del ganado a Dios para adoración, luego a los pobres, y a ellos les quedaba lo que sobraba. Dios sabía que algunos sacerdotes se verían tentados a quedarse con lo mejor para ellos mismos, por lo que Dios usó a Moisés para decirles que si hacían trampa con el diezmo, el Señor los mataría.
Tiempos más tarde, los profetas exhortaban a los que robaban los diezmos y ofrendas a Dios (Malaquías 3:8-11) y a los que daban su diezmos por asuntos legales pero que carecían de misericordia y justicia en su corazón (Amos 4:4). Conforme paso el tiempo el significado espiritual del diezmo se erosionó y el diezmo vino a ser más un impuesto del templo, los que estaban en poder en Jerusalén lo cobraban con vigor. En los tiempos del Nuevo Testamento Jesús dijo poco acerca de los diezmos. Una vez criticó a los Fariseos quienes daban sus diezmos de todo, cuidadosamente, hasta de las hierbas que crecían en sus jardines – así que Dios no podía reclamarles que no daban sus diezmos y mandar juicio sobre ellos—pero descuidaban la misericordia y la justicia.
Pero Jesús también dijo, “No pienses que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento” (Mateo 5:17, NVI).
En la iglesia del primer siglo parece que dijo muy poco acerca del diezmo. Ellos dieron mucho más que una décima, darlo todo en vez del mínimo estipulado por el Antiguo Testamento era practicado muy a menudo por los que arriesgaban su vida, reputación, persecución, y aun la muerte por su fe.
El Didache, un grupo de escritos del segundo siglo, prescribe diezmos o “primicias” del “dinero, ropa, y de todas las posesiones.” Líderes del cuarto siglo como San Jerónimo y San Agustín enseñaron claramente dar un diez por ciento a Dios.
A través de Europa, diezmar era una manera tradicional de sostener el trabajo de la iglesia durante los siglos quinto y sexto. En el siglo ocho los gobernantes Carolingian hicieron el diezmo parte de la ley secular.
Durante los tiempos medievales, el sistema del diezmo fue refinado y bastante complicado con diezmos de predios—cosechas, diezmos personales—salarios, y diezmos mixtos—ganado. Algunos diezmos se le daban al sacerdote local y algunos al vicario.
En la Inglaterra del siglo 16 y 17, los diezmos eran parte de la ley. Estos sostenían la iglesia del estado. Los Puritanos se revelaron en contra del diezmo impuesto y se lanzaron a la guerra—también habían otros asuntos—demandando diezmos voluntarios para sostener a los ministros.
Históricamente, cuando el diezmo se ha convertido en impuesto ha perdido su dimensión espiritual. Cuando sigue el espíritu de 1 Corintios 16:2-3, en donde cada uno debe dar, y da regularmente—semanal, y da proporcionalmente—de acuerdo a la posibilidad de cada uno, está probado que es una gran bendición.
Pero ¿qué significa hoy dar “proporcionalmente?” El mínimo del Antiguo Testamento era una décima parte. Pero el Nuevo Testamento dice, “procuren también sobresalir en esta gracia de dar” (2 Corintios 8:7). Seguramente sobresalir significa algo diferente del mínimo requerido por la ley del Antiguo Testamento. Si el judío que guarda la ley dio una décima parte, como pueden dar menos los cristianos salvados por gracia. Quizá deberíamos de pensar qué tanto podemos dar y no qué tan poquito.
Enseñanzas Acerca del Diezmo
La Iglesia enseña: “Traed los diezmos al Alfolí”; es la costumbre bíblica y práctica de diezmar fiel y regularmente en la iglesia de la que es miembro la persona. Por lo tanto, el sostenimiento de la iglesia se basara en el plan de traer los diezmos al alfolí, y la Iglesia local será considerada por todos sus feligreses como el alfolí. Exhortamos a todos los que sean parte de la Iglesia a contribuir fielmente una décima parte de todos sus ingresos como la obligación financiera mínima con el Señor y, además, que den ofrendas voluntarias según Dios los prospere, para el sostenimiento de toda la iglesia, local, de distrito, regional y general.”
Una denominación naciente con solamente seis congregaciones adoptó un plan después de consultar con el teólogo Reinhold Niebuhr. Su declaración original decía simplemente, “Nos comprometemos a dar el 10 por ciento de nuestro ingreso total para el trabajo de la iglesia.” Niebuhr les aconsejó, “Yo sugeriría que se comprometan no a diezmar sino a dar proporcionalmente, con el diezmo como una plataforma económica bajo la cual no descenderían a menos que hubiesen razones que compelieran.” El diezmo como “una plataforma económica bajo la cual no descenderían” vino a ser el credo de esa denominación naciente.
El Segundo nivel de dar son las ofrendas.
Esta contribución va más allá del diezmo. El diezmo es considerado la “contribución unificada”—combinada con las contribuciones de otros cristianos para financiar el trabajo de la iglesia local. Las ofrendas son consideradas una “contribución designada.” Esta es una contribución dirigida. Se da en respuesta a una necesidad específica. No toma el lugar del diezmo; más bien, es un suplemento al diezmo. Miles de ministerios no existirían si no fuese por las generosas ofrendas que da el pueblo más allá de sus diezmos.
Dios quiere que demos generosa y alegremente en proporción a la manera en que El nos ha bendecido. O, como Juan Bunyan escribió en el Progreso del Peregrino: “Había un hombre, que aunque algunos lo consideraban loco, lo más que daba, lo más que tenía.”
El Tercer nivel es dar sacrificialmente
Este nivel de dar descansa en la fe. Esta forma de dar es referida algunas veces como “Promesa de Fe.” Esto significa que una persona hace una promesa a Dios que él o ella va a dar una cantidad para la obra del Señor basada en su fe. No es un compromiso, más bien un reconocimiento que la persona estará confiando que Dios en su fidelidad le proveerá los medios para cumplir con su promesa.
Es algo emocionante y maravilloso ver como Dios provee lo necesario cuando el pueblo está abierto y disponible a su liderazgo.
No seguiremos a Jesús por mucho tiempo hasta que nos veamos forzados a ver nuestra billetera, que es otra manera de decir que debemos examinar nuestro corazón.
“Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en las alcancías del templo. También vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas de cobre. Les aseguro—dijo—que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento” (Lucas 21:1-4).
“Dios nos ha dado dos manos—una para recibir y la otra para dar. No somos cisternas hechas para acumular; somos canales hechos para compartir. Si fallamos en cumplir este deber y privilegio divino, hemos fallado en descubrir lo que significa ser cristiano” (Billy Graham).
Por lo tanto, examina tu corazón y ofrece lo mejor al Señor quien dio tanto por ti y para ti:
Promesa de Compromiso de Contribución:
Señor, reconozco que dar es parte de Tu plan para mi vida. Te pido hoy que pongas en mi corazón la manera en que deseas que mi familia y yo contribuyamos a la iglesia durante el próximo año. Me propongo ser sensitivo a tu liderazgo y confió que Tu proveerás los medios para que mi familia y yo cumplamos con la manera que tu deseas que demos.
Firma__________________
Fecha______________________
Departamento de Desarrollo Ministerial de la Iglesia del Nazareno, Kansas City, MO USA. Todos los derechos reservados., Usado con permiso.
sábado, 8 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario