martes, 24 de mayo de 2011

EL ESTRÉS UNA REALIDAD ACTUAL

En los tiempos que vivimos, quien más quien menos es víctima del estrés. Hoy por hoy es prácticamente imposible librarse completamente de él, ya que estamos bajo continuas presiones de diverso tipo: sociales, laborales, familiares, profesionales y económicas. Ante todos estos agobios, respondemos con un mecanismo de autodefensa que tiene como objetivo conseguir adaptarse a estas complicadas situaciones: el estrés

La actitud personal que conlleva el estrés tiene a menudo una parte positiva, que consiste en la predisposición a actuar sobre el problema para intentar encontrar una nueva perspectiva con la que poder afrontarlo con éxito. No obstante, la parte negativa es que esa actitud también va asociada con desconfianza, impotencia, rechazo, mal humor, irritabilidad y depresión que pueden traducirse en diferentes síntomas físicos, como cansancio, tensiones musculares, dolores de cabeza, trastornos del apetito, alteraciones del sueño, hipertensión arterial, úlceras, etc.

En la vida existe un gran número de factores potenciales desencadenantes del estrés, como iniciar una relación de pareja, separarse, cambiar de domicilio, nacimientos, fallecimientos, cambios profesionales, aumento de responsabilidades, etc. En cualquier caso, lo que estresa es lo que cada uno considera como "demasiado" o "excesivo", es decir, aquello que nos hace pensar que supera nuestras posibilidades de enfrentarnos con garantías de éxito a la situación creada.

Es típico que en el ámbito profesional se produzcan niveles altos de estrés, comúnmente asociados con el exceso de trabajo. En este caso, la angustia aparece normalmente porque, al haber mucho trabajo, es más probable que haya al menos una parte que no pueda ser completada a tiempo. Así, por ejemplo, muchos trabajadores se encuentran a menudo frente a situaciones del tipo: "tengo llamadas pendientes y no me da tiempo a contestarlas", "está sin resolver la propuesta que me hicieron en la última reunión", "debería estar haciendo el presupuesto del año que viene", o "tendría que leer esos informes que me dejaron sobre el escritorio": en resumen, "¡cuándo voy a poder hacer todo esto!".

Para algunas personas el estrés es sinónimo de continuos sobresaltos, para otros equivale a malestar y para la mayoría significa tensión. En todos los casos el estrés representa para nosotros algo inquietante y altamente perjudicial. Sin embargo, hemos visto que el estrés surge como una respuesta, tanto física como mental, a las adaptaciones y ajustes del ser humano a los diversos acontecimientos vitales. Esa respuesta, que en principio puede ser natural y que aparece para ayudarnos a afrontar nuevas situaciones, cuando se transforma en una reacción prolongada e intensa es muy posible que desencadene serios problemas físicos y psíquicos. Actualmente, el estrés es uno de los factores de más alto riesgo en las enfermedades cardiovasculares, por lo que te recomendamos una serie de pautas, no sólo para intentar controlarlo, sino también para prevenirlo.

1. Localiza el origen del problema. La mayoría de las personas están más pendientes del estado del tiempo o el saldo de su cuenta corriente que de la tensión de su propio cuerpo. Pero no olvides que saber qué es el estrés, reconocerlo y, sobre todo, averiguar qué lo está desencadenando y cómo está afectando a nuestro organismo es el primer paso para su manejo y control.

2. Reserva tiempo para divertirte. Participar en actividades que te gusten es una gran manera de recuperar energía. Tales actividades pueden ser simples pasatiempos individuales o para realizar con tu familia o amistades. Lo importante es que las disfrutes.

3. Cuida tu alimentación. Tabaco, café y alcohol potencian el estrés, por lo que es necesario limitar su consumo todo lo posible. La dieta tiene que ser equilibrada, rica en verduras, fruta y fibra y baja en grasas y azúcares. Come despacio y de forma regular.

4. Haz ejercicio. La actividad física regular mejorará tu bienestar general y te ayudará a prevenir el estrés y las enfermedades que conlleva.

5. Aprende a contar lo que te pasa. No guardes tus sentimientos: son una bomba de relojería. No olvides que aquellos que transmiten sus emociones padecen menos trastornos.

6. Practica el optimismo. Rechaza los pensamientos negativos y sustitúyelos por pensamientos positivos. No es fácil hacerlo, pero no es imposible. Las cosas no son en realidad tan horribles como las vemos a través del estrés. Ser flexible y tener actitudes positivas ante la vida aumenta las defensas.

7. Aprende a decir NO. Es importante no crearse más obligaciones de las necesarias. Atrévete a expresar tu opinión con tranquilidad y no te sobrecargues con responsabilidades excesivas.

8. Desarrolla sistemas de apoyo. Cuando estás bajo presión, necesitas la ayuda de la gente que te rodea. Aprende a extender la mano y pedirles su apoyo. Encuentra a algún familiar o amigo de tu confianza para hablar sobre tus problemas, y no olvides que tú también debes estar dispuesto a ayudar a los demás. Sé un buen amigo. Escucha a los otros y ofréceles tu apoyo cuando ellos lo necesiten.

9. Mantén tu sentido del humor. Un buen sentido del humor resulta esencial para controlar el estrés y ayudar a otros a hacerlo. Es importante no tomarse las cosas más en serio de lo debido. Las personas que pueden reírse de situaciones estresantes son capaces de manejarlas de forma más efectiva.

10. Aprende a respirar correctamente, es la llave maestra de la relajación. Sentado o acostado, cierra los ojos. Inspira profundamente por la nariz y exhala el aire por la boca. Respira profundamente (siempre a partir del diafragma) y afloja las mandíbulas dejando la boca entreabierta. Vuelve a tomar aire profundamente y deja caer los hombros. Inspira profundamente, retén el aire mientras cuentas hasta cinco y vuelve a exhalar el aire por la boca. Repite este último paso al menos cinco veces.

11. Da a tu cuerpo y a tu mente la oportunidad de relajarse. El fin de la relajación es disminuir la ansiedad y la tensión muscular, sobre todo en situaciones de presión. No se pueden evitar las situaciones preocupantes, pero sí se pueden manejar las respuestas y reacciones a ellas aprendiendo y practicando la relajación.

12. Es imposible estar relajado físicamente y tenso emocionalmente al mismo tiempo, ya que no pueden convivir en el mismo momento la sensación de bienestar corporal y la de estrés mental. La respuesta del organismo a la relajación es un efecto de recuperación casi inmediato, y es una tregua para el cuerpo.

13. La relajación progresiva de los músculos reduce la frecuencia del pulso y la presión de la sangre, así como el grado de sudoración y la frecuencia respiratoria. Además, evita los problemas orgánicos que el estrés produce.

14. La distensión física logra un importante relax muscular que alivia la presión acumulada en nuestro cuerpo.

15. La relajación mental elimina la tensión psíquica.

16. Yo diría que la más importante y segura, es la de revisar nuestra área espiritual, cómo está nuestra relación con nuestro Creador y Diseñador, recordemos una promesa hecha por Jesús el Cristo: "Venid a mi todos los que estaís trabajados y cansados, y yo les daré el descanso"

De cualquier forma, si no consigues quitarte el suficiente estrés de encima, aun acudiendo a la consulta de un psicólogo competente en el tema o de un médico psiquiatra.  Te invito a buscar la ayuda espiritual; desde que el hombre se olvidó de Dios y no saca tiempo para meditar en sus enseñanzas, para descansar en El, para comprender que en medio de las dificultades podemos disfrutar de la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, se ha incrementado el estrés y las preocupaciones, recuerda no es una religión lo que te ayudará, es un encuentro personal y único con el Dios de la creación; si necesitas más información, ayuda y consejería, escribe a fejos60@yahoo.es  

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