domingo, 5 de julio de 2009

El gran mandamiento.

En cierto ocasión un matrimonio joven fue a consultar a un terapeuta para tratar un conflicto que tenían; en un momento de la consulta el profesional les hizo la siguiente pregunta: “Ustedes le prestarían su auto a la empleada del servicio?. Ellos se miraron y casi al unísono exclamaron ¡no!; pues lo puede chocar, o causar un accidente, además cuesta mucho.
El terapeuta les dijo: entonces cómo dejan a su hijo todo el día con ella? Su hijo vale menos que el auto?
Este es un buen momento para que pensemos y nos preguntemos si estamos valorando como debe ser a nuestros hijos, si estamos velando por la correcta educación que reciben tanto en el colegio como en la casa. No pretendo juzgar a alguien por tener una persona que cuide sus hijos mientras la pareja trabaja, pues se que generalmente la situación así lo contempla.
Muchos padres actualmente tienen a sus hijos como una carga, o les dedican poco tiempo para enterarse de qué piensan, cuáles son sus amigos, creen que con solo darles la alimentación, pagar el colegio, entregarles una mesada y suplir sus caprichos ya hacen mucho; pero la responsabilidad va mucho más allá; los valores básicos se le confían a otros, la Biblia nos enseña cómo diseñó Dios que debía ser la educación de los hijos; en el libro de Deuteronomio capítulo 6 encontrarás esto que te invito a reflexionar en estas líneas.
Luego que entregó Dios los mandamientos a Moisés le encomendó enseñarlos a los hijos y a los hijos de los hijos para que no se apartaran de El, quizá usted me dirá que eran solo cosas religiosas, pero permítame decirle que nuestras leyes actuales están basadas en los 10 mandamientos, aunque ya de nuestra constitución se haya suprimido el nombre de Dios, el no robar, no matar, etc. Son castigados por las leyes, estamos de acuerdo?
Bien, con esto en mente y no solamente enfocándonos a los aspectos morales y legales, consideremos cómo eran las generaciones anteriores, por ejemplo la de nuestros abuelos, yo recuerdo que los abuelos reunían a sus hijos para rezar el rosario y hacer sus oraciones, se fomentaba el temor y el respeto a Dios, y aunque habían problemas la sociedad no estaba tan fuera de foco como lo está hoy.
El siglo XXI se ha llamado el siglo de la espiritualidad, por el gran deseo de la humanidad de querer conocer a cerca de lo espiritual, pero lamentablemente se está buscando en el lugar y de la manera equivocada, se está buscando a nuestra manera y no a la manera que estableció el Diseñador de la vida; la gente acude a los horóscopos, a la quiromancia, a los brujos y adivinos como si estos fueran la panacea que nos va a salvar. Dios estableció un gran mandamiento al pueblo Hebreo, que luego fue confirmado por Jesucristo y sus apóstoles: Jehová, Yavé, (como lo desees llamar, al fin de cuentas no son los únicos nombres que Dios tiene, las diferencias son cosas de seres humanos limitados por el fanatismo) uno es. Y amarás a tu Dios de todo corazón y de toda tu alma y con todas tus fuerzas. Y las palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarse y cuando te levantes.
Esto es para nosotros también hoy, no está pasado de moda, lo que debemos hacer pasar de moda es la pérdida de valores, el irrespeto, y el tener que estarnos lamentando mañana porque nuestros hijos tomaron el camino equivocado y entonces sí nos acordaremos de Dios pero para echarle la culpa, olvidando que somos los responsables de encaminar por los buenos o malos caminos a nuestros hijos.
Pero recuerda algo, primero estos principios deben estar sobre nuestro corazón; en las entradas de algunas cárceles hay este aviso:”Enseña al niño su camino, y así no tendrás que castigar al adulto”. Y sabes dónde está esta frase?, en el manual de vida, La Biblia, que bastante olvidada la tenemos; pero si nosotros no sabemos, cómo los vamos a enseñar?
“Si Dios no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican…”. Salmo 127:1.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Si, estoy de acuerdo, todo debe comenzar desde casa, en torno a la palabras y preceptos de el Dador de Vida, es la oportunidad que tenemos para que cambien las personas en su interior y cambien su mundo en el exterior.

Andres Sarmiento dijo...

me gusta la analogia de la ninera y el carro.. le hace coger mas sentido ala lectura!! I like it

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